
De la marina a Hollywood
La vida de Frank Wead, alias Spig, no pudo ser más cinematográfica. Nacido en Peoria, Illinois, el 24 de octubre de 1895, fue uno de los primeros aviadores de la marina de Estados Unidos y artífice de que ésta mejorase su contribución a la victoria aliada durante la Segunda Guerra Mundial. Por aquel entonces, Wead ya llevaba veinte años retirado debido a una caída doméstica que le produjo una lesión medular. Pero fue capaz de recuperar movilidad suficiente como para escribir una decena de libros y una treintena de guiones de películas basadas en su experiencia como piloto. Falleció de un infarto en Santa Mónica, California, a los 52 años.
Dijo John Ford que «todo lo que hay en la película ocurrió de verdad», y si hacemos caso a los datos biográficos esenciales de su amigo Frank Wead, así es. A diferencia de otras películas en las que Ford prefirió imprimir la leyenda dejando los hechos en segundo plano, Escrito bajo el sol es fiel al primer párrafo de esta crítica. Quien rebusque seguro que encontrará algunas licencias o medias verdades; pero, teniendo en cuenta que estamos ante una obra de ficción y no un documental, así como la querencia —sabia querencia— de Ford por llevar el juego a su terreno, la película resulta casi académica.
La misma puesta en escena es bastante sobria: no se ocultan las tragedias de Wead, pero tampoco se hace hincapié en ellas, sino en su tesón para superar episodios tan dolorosos como la muerte de un hijo o la mencionada parálisis corporal. De hecho, Escrito bajo el sol parece tener algo más que trazas de comedia. Si uno desconoce la biografía de Wead, difícilmente podrá sospechar los dramas que están por llegar. Además, que John Wayne encarne al protagonista es garantía de que nada saldrá mal tan pronto, a pesar de las piruetas aéreas sobre el océano o de los piques entre los soldados de la marina y los del ejército de tierra. Nada más lejos. Lo que hace Ford es describir al personaje mediante sus acciones: valiente, temerario, sociable, pero incapaz de asumir sus roles de marido y padre (ahora iremos a eso). A raíz del accidente, entendemos la encrucijada de Wead por contraste respecto al principio del filme: el hombre que había basado su alegría en la competitividad física tendrá que usar el cerebro para encauzar la frustración.
Escrito bajo el sol fue la tercera de las cinco películas en las que coincidieron John Wayne y Maureen O’Hara, nueva muestra de la química de la que habían hecho gala en Río Grande (1950) y El hombre tranquilo (1952). Dos personalidades indomables para dos personajes que no están dispuestos a renunciar a sus sueños. Si Wead antepone una pelea de bar o una travesía aérea antes que estar con su familia, Min se rebela e incluso abandona a sus hijas para emborracharse y jugar al bridge. Y cuando el accidente parece ser el punto de inflexión que necesitaba el matrimonio para salir a flote, ocurre lo contrario: Wead, postrado en la camilla, pide a Min que lo abandone, y ella acepta con rapidez. A partir de entonces, las hijas de Wead sólo sabrán de su padre por los periódicos y Min llevará una vida autónoma, aunque ninguno de los dos podrá evitar la añoranza de lo que pudo haber sido.
¿Una metáfora de la propia vida de John Ford? Tal vez. Lo cierto es que Pappy vuelve a demostrar una sensibilidad especial para tratar las relaciones de pareja, y aunque el recuerdo final de Wead es un poco impostado, evita la cursilería. Ford, por cierto, tiene su propio personaje: John Dodge, el productor hollywoodiense que acepta los guiones de Wead y que interpreta el sempiterno Ward Bond. De los pocos episodios enteramente cómicos de una película que acaba siendo triste y nostálgica. Al final, la guerra lo arrasa todo y se lleva por delante hasta a aquellos que se habían empeñado en sonreír contra viento y marea, como Jughead Carson (Dan Dailey).
NOTABLE | ⭐️⭐️⭐️⭐️
Título original: The Wings of Eagles. Dirección: John Ford. Reparto: John Wayne, Dan Dailey, Maureen O’Hara, Ward Bond, Ken Curtis, Edmund Lowe, Kenneth Tobey. Duración: 110 minutos. País: Estados Unidos.