A voz en grito
La obra de teatro El precio de la gloria, de Maxwell Anderson y Laurence Stallings, se estrenó en el Plymouth Theatre de Broadway el 3 de septiembre de 1924 y fue adaptada al cine poco después, en 1926, bajo la dirección de Raoul Walsh y con el protagonismo de Edmund Lowe, Victor McLaglen y Dolores del Río. En aquella versión, que fue producida por la Fox y que contó con uno de los primeros sistemas de sonido, el Movietone, John Ford ejerció de director de la segunda unidad. Veintiséis años después, en 1952, Darryl F. Zanuck decidió producir un remake y contrató a Ford como director, otorgando los papeles protagonistas a James Cagney, Dan Dailey y Corinne Calvet. El resultado fue una de las películas más estrafalarias que se han rodado nunca sobre la Primera Guerra Mundial.
La acción transcurre en 1918 en un pueblecito francés adonde llega una compañía de marines estadounidenses encabezada por el capitán Flagg (James Cagney). Poco después aparece por allí el sargento Quirt (Dan Dailey), antiguo rival en el ejército que, para más inri, tendrá la desfachatez de disputarle los cariños de la hija del posadero, la bella Charmaine (Corinne Calvet). Y todo ello en un contexto bélico en el que jóvenes imberbes e inexpertos —como los de La legión invencible (1949)— son enviados al frente a luchar contra los alemanes. En definitiva, una comedia romántica y caricaturesca salpicada de episodios trágicos; una mezcla que, pese a no ser desconocida para Ford ni estar fuera de sus capacidades, resulta algo brusca y descompensada.
Sin duda, lo más divertido de la cinta es el duelo físico-dialéctico que mantienen el capitán Flagg y el sargento Quirt, quienes parodian a voz en grito las órdenes de los altos mandos del ejército y no dejan de lanzarse puyas. Por ejemplo, ésta del capitán Flagg: «Quirt ama la botella, y cuando está borracho es el golfo más sucio y repugnante que jamás haya llevado uniforme. Es incluso peor que yo, y ya saben que no le permito a nadie que sea tan rastrero como yo». El sargento Quirt no se queda atrás, aunque él es más sibilino y ataca a Flagg donde le duele: flirteando con Charmaine en cuanto ve la oportunidad. Los dos actores encarnan sus papeles con la convicción requerida, en especial un James Cagney tan desatado como de costumbre, impetuoso, dotado de esa mirada violenta que desconcertaba al más impertérrito de los hombres.
Pero toda la diversión que nos proporcionan Cagney y Dailey —sin desmerecer a Corinne Calvet ni a los personajes secundarios— se corta como la mayonesa en cuanto aparecen en escena los tórtolos de turno: el soldadito Lewisohn (Robert Wagner) y la francesita Nicole (Marisa Pavan). Más allá de la bochornosa canción que cantan a dúo y que además goza de traducción simultánea francés-inglés, el problema llega cuando la acción se traslada a las trincheras y somos conscientes del funesto destino que le espera al soldadito Lewisohn. Robert Wagner se esfuerza en parecer convincente, y lo es, pero la culpa no es suya, sino de que su personaje sobra en una película que, para funcionar, tendría que haber renunciado al mensaje antibélico. Para colmo, a la pobre Nicole se la despacha rápidamente, como si los guionistas no hubieran sabido qué hacer con ella más que describirla portando un vaso de leche recién ordeñada y una baguette bajo el brazo.
Con todo, El precio de la gloria remonta un poco en su larga escena final, aquella en la que el capitán Flagg y el sargento Quirt se juegan el amor de Charmaine en una partida de póker. Pero es un fragmento que también tiene una puesta en escena extraña, ya que el humor de dicha partida contrasta con una fotografía sombría y con el rumor de la guerra que se cierne sobre el pueblo. No ocurre como en otras películas de Ford en las que el humor brota naturalmente, producto de la euforia que produce la épica; aquí es un humor a contrapelo en el mal sentido del término, y las bravuconadas de Flagg y Quirt terminan saturando un poco. Si uno buscaba comedia, se le hará pesada y larga; si uno buscaba drama, echará de menos cualquier otra película ambientada en la Primera Guerra Mundial. Así que El precio de la gloria sólo es recomendable para los grandes admiradores de John Ford, que seguro sabrán apreciar ciertos chispazos de su genio.
FLOJA | ⭐️⭐️
Título original: What Price Glory (1952). Dirección: John Ford. Reparto: James Cagney, Corinne Calvet, Dan Dailey, William Demarest, Craig Hill, Robert Wagner, Marisa Pavan, Max Showalter, James Gleason, Wally Vernon, Henri Letondal. Duración: 111 minutos. País: Estados Unidos.