
Pálido reflejo
Si La taberna del irlandés la hubiera dirigido cualquier director que no fuera John Ford, podría calificarse como la obra de un vulgar imitador que había pretendido emular el paraíso nostálgico de El hombre tranquilo (1952). Pero, al llevar la firma de Ford —que además ejerció de productor en solitario — , el resultado es simplemente desconcertante. Cuesta esquivar el tópico de que Ford sólo quería pasar unas vacaciones con sus amigos en Hawái y, de paso, rodar una comedia romántica que le reportase beneficios sin dedicarle muchas energías. Como si todo su empeño hubiera sido recuperar el espíritu de Innisfree para su deleite privado, no para compartirlo con el público. Según las crónicas del rodaje, tampoco lo consiguió.
En La taberna del irlandés volvieron a reunirse Frank S. Nugent, Winton C. Hoch y John Wayne, es decir, el guionista, el director de fotografía y el protagonista de El hombre tranquilo. Pero Ford estaba cada vez peor de salud y no pudo coordinar al equipo como en otras ocasiones, ni crear el clima de camaradería que tan bien le había funcionado a lo largo de su carrera. El guion de Nugent es tosco y los diálogos carecen de retranca. La fotografía de Hoch es anodina y sucia, nada que ver con la bruma de añoranza con la que había iluminado Innisfree. Por su parte, Wayne tira del encanto sobrio que le había hecho popular, pero era demasiado viejo para el papel —como él mismo reconoció— y acabó estresado al tener que revisar diariamente los copiones, ya que los maltrechos ojos de Ford tenían que descansar.
La trama trata sobre una estirada dama de Boston, Ameilia Dedham (Elizabeth Allen), que viaja hasta la isla de Haleakaloha, en la Polinesia francesa, con el objetivo de encontrar a su padre (Jack Warden), a quien nunca ha llegado a conocer. La madre de Ameilia murió en el parto; su padre se enroló en el ejército para luchar contra los japoneses y acabó en esta isla, donde se hizo doctor, se casó con una nativa y tuvo tres hijos. Esto parece ser un problema para una puritana como Ameilia, de ahí que, durante la visita de su hija, el doctor acuerde ceder a sus otros hijos al dueño de la taberna local (John Wayne). Ello provocará un sinfín de enredos presuntamente divertidos que terminarán con la verdad saliendo a la luz y con el tabernero azotando el culo de Ameilia, símbolo inequívoco de que se han enamorado.
Ford tenía un estilo único para la comedia y eso lo hacía inigualable, pero era un estilo basto y con unos recursos que a estas alturas estaban muy trillados. Elizabeth Allen, que a pesar de todo no lo hace mal, se cae de todas las formas posibles: desde el bote que la trae a la isla, desde al Araner —el magnífico yate de Ford— y haciendo esquí acuático. Los lugareños destrozan la taberna de Donovan unas treinta y cinco veces, lo que incluye rotura de botellines de cerveza, espejos, pianos y ventanas, así como golpetazos histriónicos a una tragaperras estropeada. No falta el viaje suicida a bordo de un jeep, ni John Wayne arrastrando a su futura esposa como pálido reflejo de la escena con Maureen O’Hara en El hombre tranquilo. Los niños son insufribles y los adultos no tienen ninguna relevancia: ni Dorothy Lamour, ni César Romero ni mucho menos Lee Marvin, cuyo único cometido es darse de mamporros con todo aquel que entre en la taberna. También hay una ración de chistes racistas y un paternalismo blanco que ya en 1963 se consideraba anacrónico.
Como dijo Martin Scorsese, La taberna del irlandés tiene momentos chapuceros, de vergüenza ajena. Que procedan de la mente de un genio como John Ford nos entristece a todos sus admiradores, pues es la constatación de que sus mejores años habían quedado atrás. Es un intento patético por seguir siendo uno mismo en la década de la revolución juvenil y sexual, ejecutado con la ley del mínimo esfuerzo y siendo consciente —como aseguró Winton C. Hoch— de que aquella película era una basura. Con todo, Ford aún tuvo arrestos para recuperarse y rodar otros dos filmes antes de finiquitar su extraordinaria carrera como director de cine.
MALA | ⭐️
Título original: Donovan’s Reef (1963). Dirección: John Ford. Reparto: John Wayne, Lee Marvin, Jack Warden, Elizabeth Allen, César Romero, Dick Foran, Dorothy Lamour, Marcel Dalio, Mike Mazurki. Duración: 109 minutos. País: Estados Unidos.