El Valle de la Muerte
La novela Tres padrinos, publicada por Peter B. Kyne en 1913, ya había sido llevada al cine en cinco ocasiones cuando John Ford y Merian C. Cooper abordaron el proyecto. De hecho, la segunda de esas adaptaciones fue dirigida por Ford en 1919 bajo el título de Hombres marcados (cinta que, como la mayoría de las que se rodaron en la época muda, parece haber desaparecido para siempre). El protagonista de aquella versión fue Harry Carey, una de las primeras estrellas del western, que acababa de fallecer el 21 de septiembre de 1947 a la edad de 69 años. No está claro si Ford y Cooper ya tenían el proyecto en mente antes de la muerte de Carey —pasó un tiempo hasta que convencieron a la Metro-Goldwyn-Mayer de que coprodujera la película junto a Argosy Pictures — , pero sin duda debió de ser un acicate para llevarla a cabo. Así, en los créditos iniciales podemos leer la dedicatoria «To Harry Carey. Bright Star of the Early Western Sky» junto a la imagen de un hombre montado a caballo al estilo del malogrado actor.
Tres padrinos es una de las películas menos ambiciosas de Ford y, sin embargo, de las más entrañables. La novela fue adaptada esta vez por Laurence Stallings y Frank S. Nugent —que se había estrenado con Ford en Fort Apache (1948) — , mientras que la dirección de fotografía corrió a cargo de un hombre que enseguida formará parte del núcleo duro del director: Winton C. Hoch. Esta era la primera experiencia de Ford con el Technicolor desde Corazones indomables (1939), y no pudo contratar a un profesional más cualificado. En los años siguientes, Hoch iba a fotografiar obras maestras como El hombre tranquilo (1952) o Centauros del desierto (1956).
La historia, como decía, es sencilla: tres forajidos (John Wayne, Pedro Armendáriz y Harry Carey Jr.) atracan un banco y huyen hacia el desierto de Mojave para despistar al sheriff Sweet (Ward Bond). Confían en que la aspereza del terreno les haga desaparecer como los charcos de agua en un día de pleno sol. Pero no cuentan con que el sheriff Sweet, gran estratega, hará uso del ferrocarril para cortarles el paso, dejarles sin agua y obligarles a buscar alternativas. Para complicar aún más la situación de los forajidos, en mitad del desierto se encuentran con una mujer (Mildred Natwick) que ha sido abandonada por su marido poco antes de dar a luz. La mujer muere tras el parto, y los ladrones, haciendo gala de un sentido del deber muy particular —fordiano, podríamos decir — , aceptan convertirse en padrinos del bebé.
Así pues, en primer lugar nos encontramos con una historia de supervivencia en condiciones extenuantes, similar a otras que Ford ya había rodado con anterioridad como La patrulla perdida (1934) o No eran imprescindibles (1945). Las bravuconadas iniciales de los forajidos van dando paso, poco a poco, a la desesperación de estar atrapados en un desierto interminable. Es aquí donde la fotografía de Hoch refuerza la sensación de angustia: el polvo de las tormentas de arena, los planos angulados que simbolizan el sol cayendo a plomo, el calor trémulo que emana de la tierra, las dunas peinadas por el viento… Hoch se detiene en los detalles que le brinda la naturaleza para transmitir un desasosiego creciente y letal. Aparte, claro está, de la dificultad para caminar por la arena, del esfuerzo que supone extraer unas gotas de agua de un maldito cactus, de las cantimploras que se quedan secas, de la huida de los caballos, de llevar a un herido a cuestas o de amamantar a un recién nacido con apenas seis latas de leche condensada.
Los Reyes Magos
Tres padrinos tiene también una capa religiosa. Para empezar, es obvia su referencia al mito de los Reyes Magos, pero el gran acierto del guion es que no se la toma muy en serio; hasta los protagonistas bromean sobre esta conjetura cuando el personaje interpretado por Harry Carey Jr. —hijo del homenajeado— comenta que todo el mundo sabe que deben seguir la estrella polar para llegar a Nuevo Jerusalén. Esta decisión, muy del estilo de Ford, resta pompa a la historia y aumenta, si cabe, el apego a los personajes. Ocurre lo mismo cuando Robert Hightower (John Wayne) recurre a la Biblia como último recurso antes de rendirse a la muerte y son sus dos compañeros, ¡convertidos en fantasmas!, quienes le procuran la mula y el pollino que salvan su vida y la del bebé. Que justo antes la Biblia se haya abierto por la página que referencia a estos animales es sólo una coincidencia, no una revelación trascendental por la que el personaje vaya a abrazar la fe.
Finalmente, lo que termina de moldear una película tan lograda como Tres padrinos es el humor. No el típico humor irlandés de Ford, brusco y hasta soez, sino un humor acorde a la tragicomedia que estamos presenciando. Las ironías de Nugent, que no encajaban en Fort Apache, lucen aquí tan esplendorosas como el sol del Valle de la Muerte (lugar real donde se rodó el filme). Jane Darwell apenas tiene diez líneas de diálogo, pero todas y cada una de ellas son hilarantes, atrevidas, y dan buena cuenta del tipo de mujer a la que interpreta. Wayne, Armendáriz y Carey Jr. se lanzan indirectas que podría haber firmado Mankiewicz. La logística para hacerse cargo del bebé incorpora chistes blancos de padres en apuros. Y el guion reserva una broma para nosotros: toda la película pensando que Hightower se había equivocado al creer que el pueblo se llamaba «Bienvenidos» y resulta que, en efecto, el nombre correcto era «Welcome, Arizona». Touché.
Tres padrinos es, por tanto, otro ejemplo de que Ford hacía complejo lo sencillo y profundo lo aparentemente trivial. Es una película alegre a pesar de sus momentos dramáticos, cuya resolución interesa a más no poder, y que encima nos regala dos muertes la mar de hermosas. La primera, la de un Harry Carey Jr. cegado por el sol mientras recita un verso de la Biblia y piensa, tal vez, en su difunto padre (o en el hijo de puta de Ford, que le había dejado achicharrarse durante una hora para sacar lo mejor de él). Y la segunda, aún más bella, la de Pedro Roca Fuerte (Pedro Armendáriz), que se suicida fuera de campo tras pedirle prestado el revólver a Hightower. La manera como trastabilla Wayne cuando oye el disparo a sus espaldas es estremecedora.
EXCELENTE | ⭐️⭐️⭐️⭐️⭐️
Título original: 3 Godfathers (1948). Dirección: John Ford. Reparto: John Wayne, Pedro Armendáriz, Harry Carey Jr., Ward Bond, Mildred Natwick, Jane Darwell, Mae Marsh. Duración: 101 minutos. País: Estados Unidos.